Ehh... mi información... según esto

Mi foto
D.F., Mexico
Intentaré ser lo más exacta posible, pero con tan poco espacio no prometo nada, jaja, vean, sólo puedo poner 1200 carácteres, y, escribo tanto, tengo tantas cosas que decirles que simplemente no me caben, jaja Esta bien, les diré que me gusta leer, algo demasiado obviooo, también escribir, jaja, y... me gusta... el helado, aahhh, sobre esto, tengo que decirles que soy un helado de uva karateca, jaja, y además sepó(no hay otra forma de escribirlo) rico, jaja, y también me gusta reirme de todo, comer chocolate, pastel y cantar, bambambam barararararara, y así mientras bailo, jajaja Por último!!! deseo ser vagabunda o trotamundos, jaja, aunque lo segundo suena más bonito, así que me gustaría que me regalaran un bastón negro para cuando ejerza mi profesión o unos tennis-botas con suelas enormes para poder subir montañas y vadear rios, jaja

6/4/08

Dejar de sufrir

Giré lentamente el picaporte de mi apartamento.
No tenía prisa, todavía tenía tiempo… toda la noche.
Cerré la puerta detrás de mí y fui a sentarme en el sofá. Miraría por un rato la televisión, exactamente como todos los días; me prepararía, como siempre, algo de comer en los comerciales y después me iría a dormir. Pero hoy mi sueño sería más eterno, no solo una noche, sino para siempre.

Por ser una noche especial me preparé unas hamburguesas, llevaban toda la semana en la alacena, esperando este momento, igual de ansiosas y nerviosas que yo.
Las hice sosegadamente, preocupándome porque fueran perfectas, porque tuvieran la cantidad suficiente de mayonesa y catsup, ni mucha ni poca, tenían que ser las mejores hamburguesas que hubiese comido, porque su sabor en el paladar me acompañaría siempre.
Abrí una soda y la bebí pausadamente, sentí como penetraba en mi garganta, como bajaba por mi pecho y como, finalmente, se adentraba en mi estómago.
Crucé la breve distancia de la cocina a la sala y me tumbe en el sofá, una extraña alegría comenzaba a crecer dentro de mí, me sentía próximo a la liberación, a dejar esta estúpida vida que tan mal me había tratado y pasar a otra, que probablemente me recompensaría con creces lo que sufrí aquí, lo que sufrí por no ser igual que ellos, por no tener estilo ni dinero, por no ser ni inteligente ni atractivo, por no ser sociable ni agradable, por ser exactamente igual a los demás y al mismo tiempo diferente, porque yo no tenía ninguna virtud, todo lo hacía mal, aunque empezara bien algo por alguna razón todo se estropeaba, ya fuera con las chicas, con el trabajo, con los estudios…, toda mi vida era un completo y absoluto fracaso; nunca, absolutamente nunca, había hecho algo de lo que estar orgulloso.
Por eso ahora me iba, porque ya no aguantaba seguir aquí, seguir sufriendo cada día porque soy repulsivo para las personas, porque mi cara blanca y sudorosa, mi vientre inflado y redondo, mi cabello grasoso y enredado, todo en mí, les inspira asco y desconfianza.
Me terminé las hamburguesas y apagué el televisor, hoy no vería series tontas y ficticias, donde todos los hombres son atractivos y las mujeres hermosas, donde todo, al final, les sale bien, donde siempre hay un hombre malo y feo, como yo, que termina sufriendo o muerto. Pues bien, ya me cansé de sufrir, así que voy a morir, una muerte rápida e indolora, que no me causara más martirio, que terminara con mi vida sin sentido, para sumirme en el sueño eterno, donde no sienta más dolor…
Sentí un extraño sabor en el paladar, un sabor salado que me invadía toda la boca. Tardé unos minutos en comprender que estaba llorando, pero era obvio, hasta el más idota se hubiese dado cuenta antes que yo.
¡Maldita sea!, ni en la muerte podía ser feliz, ahora siempre tendría el sabor de mis lágrimas en la boca, ni siquiera en la muerte me era concedida un poco de clemencia, el poder saborear una hamburguesa, en vez de eso saborearía mi sufrimiento.
Seguí llorando sin control, y sin darme cuenta la habitación oscureció, traté de pararme para prender la luz, pero mis fuerzas me habían abandonado, ya no me quería morir, tenía miedo, mucho miedo, ¿Quién me garantizaba de que en caso de que existiese otra vida no me trataría igual de mal que esta?, sentí un temor crecer dentro de mí y casi desee haberme suicidado antes, de no reflexionar lo que hacía, y simplemente hacerlo.
De repente escuché risas y murmullos en el pasillo, eran Alberto y Elisa, al parecer a las personas no les bastaba torturarme en el día, también deseaban hacerlo por la noche, porque sus gritos y caricias, su forma escandalosa y rítmica de hacer el amor, me impedía dormir, siempre pensaba que podía ser yo el que estuviese con Elisa, pero ella jamás me había hablando, a pesar de que me la encontraba todas las mañanas. Jamás me había dirigido una mirada, y cuando intenté hablarle se dio la vuelta y se marchó, le importaba más no acercarse a mí que llegar tarde a su trabajo.
Pero esta noche no permitiría que me la arruinasen, no mi última noche vivo, me acerqué a la pared que daba a su apartamento y la golpee estruendosamente.
-¡Cállense!- grité
Me sorprendió que no me gritasen algo insultante, pero no me daba cuenta de que se estaba operando una transformación en mí, estaba furioso, mi voz salía a raudales de mi garganta y todo lo que pensaba, sin darme cuenta, lo estaba gritando, lo que tuvo un beneficio, sino hubiese sido por ello los vecinos habrían tardado mucho en percatarse de que estaba muerto, me habría empezado a pudrir y descomponer en mi habitación.

Me encaminé hacia mi habitación, apartando papeles y basura a mi paso. Como nadie me visitaba, la limpieza dejó de importarme, comencé a dejar tiradas las cosas, a no lavar los trastes y usarlos aunque estuviesen sucios, cuando el bote de basura se lleno tiraba la basura en el suelo, si derramaba soda o tiraba comida podía quedarse allí por siempre, dejando manchas sucias y pegajosas por todo el suelo. Hacia años que no veía mi cama tendida, las mismas sábanas revueltas y sucias, grasosas y sudorosas por los años, que inspiraban asco de solo tocarlas.
Abrí un cajón de la cómoda y extraje una navaja. La había comprado especialmente para esto, hace tres años, y si no me había decidido a usarla no fue por miedo, sino por creer que las cosas podían mejorar, pero es obvio que no, que esta es la única solución que existe…
Fui al baño y en silencio me di una ducha, lavándome cada resquicio de mi cuerpo, tenía años que no me enjabonaba ni me tallaba así, pero no quería que encontraran un cadáver sucio y maloliente, quería estar limpio y fresco para la ocasión, así que me bañe con esmero, y cuando terminé me puse un traje, hecho a medida, que también había comprado para la ocasión…, todavía recordaba la cara de asco del sastre al tomarme las medidas, de la dependienta al tener que tocar el dinero que le ofrecía…, pero eso ya no importa, no los volveré a ver…
Me senté en el sofá y me arremangue las mangas del saco y la camisa, acerqué la reluciente navaja a mi muñeca derecha y lentamente fui cortando la piel, empecé a sentir dolor, pero no me detuve, pronto empezó a manar la sangre y antes de que se me acabaran las fuerzas me corté rápidamente la otra muñeca.
Conforme la sangre salía y la vida se me iba me sentía más feliz, pronto el traje y el suelo se llenó de sangre, pero no sentí miedo, empecé a navegar por las nubes, a sentir que me elevaba, a sentirme dichoso y libre por primera vez en toda mi vida. Antes de extraviarme completamente del mundo y hundirme en la oscuridad escuché como alguien abría a golpes la puerta y sentí el incontrolable deseó de saber quien era, quien se había preocupado finalmente por mí y había ido a ofrecerme ayuda, pero era demasiado tarde, la vista, por la perdida de sangre, se me nubló y dejé de sentir dolor, dejé de pensar y de sufrir… al fin…

Buscando a una chica

BUSCANDO UNA CHICA
Musité una débil frase de consuelo y abandoné el lúgubre recinto. No me apetecía seguir ahí. Era fastidioso y monótono oír sus rezos y plegarias. Y a pesar de no creer en Dios debía guardar un poco de respeto: era mi familia.
Pero inclusive con mis buenos propósitos no duré ni un cuarto de hora, mi sed de diversión y aventuras era tan grande que me obligaron a irme, al fin y al cabo, no pensaba acompañarlos en sus rezos, así que mejor me iba…
Con paso sigiloso me dirigí a la puerta.
Deseaba bailar, divertirme, conocer gente… sobre todo chicas.
Salí y el aire, fresco y frío, me lleno de vitalidad, de energía…, crucé la avenida y fui al Centro, quedaba solo a un par de calles, allí podría hallar todo lo que desease…

Me encantaba la ciudad, sus calles solitarias y brillantemente iluminadas, sus fachadas de la época de la Conquista, con grandes ventanales y balcones…

Me metí a un antro de mala muerte, como lo llamaría mi madre, y busqué a algún conocido. Pero no tuve suerte. Así que fui por algo de licor y me senté.
Observé a las personas que bailaban y se divertían… tal vez hoy encontraría a otra…, pero nada era seguro.

¡Vaya que tenía suerte!

Una muchacha estaba sentada, sola, unos metros frente a mí. Se veía aburrida y hastiada del lugar. Pero lo más importante es que cumplía el perfil: era alta, delgada, morena, cabello negro y ojos castaños. Perfecta.
Me acerqué lentamente, con una sonrisa titubeante en los labios, tratando de imprimir a mi postura un poco de timidez para ganar su simpatía, y cuando vi que ella me dirigía una pequeña sonrisa apuré el paso.

-¡Hola!- saludé, tratando de que mi voz se oyera por encima del ensordecedor sonido
-Hola
-¿Qué tal?, ¿Cómo te llamas?
-Verónica… y ¿tú?
-Pedro- mentí

Ella no contestó, así que me vi obligado a improvisar, hasta que logramos mantener una conversación animada y superficial.
-¿No prefieres salir?.... aquí hay mucho ruido
-Me encantaría

Salimos al exterior y vi que tenía a la chica totalmente embelesada. Probablemente nunca había conocido a un chico tan divertido y apuesto. Sonreí. Yo era verdaderamente apuesto, la imagen que todas las chicas tienen en mente al pensar en su hombre ideal: era alto, fuerte, musculoso, con un cabello negro fuerte y tupido, ojos azules y piel clara. Un verdadero bombón, pensé.
Así que, sin que ella se diera cuenta, nos empezamos a alejar del centro nocturno, bromeando y riendo. Hasta que llegamos al lugar perfecto…
Era una calle oscura y solitaria, sin transeúntes. Miré fijamente los ventanales… no había luz en el interior… nadie asomándose por las ventanas…
Y ella estaba demasiado encantada mirándome como para percatarse en donde estaba.
Con un movimiento rápido, y ligeramente brusco, la empujé hacia la pared. Vi como el miedo se reflejaba en sus pupilas, pero no gritó… perfecto.

La besé, hice que sintiera placer con mis besos, olvidándose del temor, mientras yo deslizaba sigilosamente la mano derecha en mi bolsillo trasero.

Saqué una afilada y reluciente navaja. Y con movimientos elegantes y estudiados la acerqué a su cuello. Ella tenía los ojos cerrados, solo consiente de mis besos, y yo le corté el cuello de un modo tan sutil que ella no sintió ningún dolor…, yo lo hacía tan bien que ellas no sentían ningún dolor, pensaban que era una caricia.

Pero ella notó como la sangre empezaba a fluir, a escapársele. Dejó de besarme y se llevó las manos al cuello, de donde salía más y más sangre.
Las lágrimas empezaron a escurrir por su cara mientras yo la observaba. Un pequeño gemido brotó de sus labios. Pero no gritó. Ningún gritó de auxilio escapó de su descuartizada garganta. Y yo me quedé ahí, frente a ella, observándola, hasta que cayó sobre las losas del suelo, yerta, fría, desangrada.
Limpié la navaja con su ropa y salí del callejón.

¿Quieres jugar?

La alarma sonó. ¡Maldita alarma!, como me molestaba tener que levantarme tan temprano, cuando todavía ni un minúsculo rayo de sol se filtraba a través de la espesa negrura perlada de estrellas que era la noche.
Pero debía hacerlo, además no sería por mucho tiempo, solamente un par de meses más y todo terminaría, volvería a tener un horario normal y no me desgastaría tanto.
Las 3:06 parpadeaban en el despertador, la alarma ya había dejado de sonar y debía darme prisa antes de que se me hiciera tarde. Me froté los ojos con fuerza, intentado alejar el sueño de mí y aventé las cobijas hacía un lado.
Después me paré del lecho y comencé a desvestirme, la pijama quedo esparcida de forma desordenada por la alcoba, a tientas, porque no deseaba prender todavía la luz, tomé una toalla y recorrí el breve pasillo que separaba mi alcoba del cuarto de baño. Me metí a la ducha y abría la regadera y, antes de perder el valor, me sumergí en el chorro de agua helada; y el agua fría terminó de despertarme, me restregué el cuerpo con fuerza, y, pasados unos minutos, cerré la ducha. Todavía con gotas de agua escurriendo por mi cuerpo salí al pasillo y caminé de vuelta a mi cuarto. Pero, entre mi cuarto y la ducha, en medio del pasillo, había otra estancia, un pequeño estudio con escritorio, librero y computadora, cuya pantalla daba justo a la entrada de la puerta, y, al verla, mi mundo se colapso. Me sostuve del rellano de la puerta, porque un breve mareo sacudió mi cuerpo…
En la pantalla brillaba una letra, única y solitaria en la esquina superior, una P mayúscula, pero… ¡pero yo no había encendido la máquina!, lo que veía no era posible, ¡no tenía lógica!, me acerqué, vacilante, a la máquina, y la P no dejaba de parpadear, blanca y perfecta, contrastando abruptamente con la negrura del monitor.
Acerqué mi mano a la pantalla, mientras un sudor frío caía por mi rostro y una llamarada de ansiedad me cruzaba las entrañas.
Apagué el swich de la máquina, cerré fuertemente los ojos y, armándome de valor, miré la pantalla…
La letra había desaparecido, probablemente fue un cortocircuito en la máquina o algo parecido, un error en todo ese engranaje de cables y conexiones que la conformaban…, solté un suspiro de alivio y caminé hacía la salida del estudio… estaba a punto de alcanzar el rellano de la puerta cuando un ruido me distrajo… era el mismo que hacía la computadora al encenderse…
Temblando de pies a cabeza comencé a girar, mientras mi respiración se volvía dificultosa y agitada…
¡No podía ser!
Ahora no solo una P se perfilaba en la pantalla… sino que había una especie de… ¿de ahorcado?
P_ _ _ _ _ _ _ _ _
Desee salir corriendo de allí, pero una fuerza irresistible me hizo dar un paso más en dirección a la máquina… entonces, ante mis asombrados ojos, un reloj en tiempo regresivo apareció en la parte inferior de la pantalla…
4:59
4:58
4:57…
¡Oh! ¡Por Dios!, ¡¿qué sucedía?!¿Qué se suponía que tenía que hacer?, sin pensar en que si lo que hacía estaba bien o era una locura, congruente a lo que me estaba pasando, me senté frente al monitor, tomé el teclado y pulsé la tecla A… pero no, no paso nada…
4:13
¡Oh!, ¿ahora que hacía?, tomé el mouse y lo desplacé, intentado que apareciera en la pantalla… pero no, tampoco, parecía que el monitor era una cosa independiente y que yo no tenía ninguna forma de controlar lo que pasaba dentro de el.
3:51
Haber piensa… concéntrate…
-¿A?-mi voz sonó titubeante, insegura, con un matiz de demencia y angustia que nunca pensé pudiera existir…
Pero todo dejo de tener importancia cuando vi que la letra aparecía en la pantalla…, traté de pasar saliva, pero mi garganta se encontraba inusualmente seca.
P A _ _ _ _ _ _ _ _
Debía pronunciarlas en voz alta…. bueno ahora debía decir otra letra…. piensa, piensa…
-¿E? –ahora mi tono fue más confiado, me sentía más seguro, todo era bastante comprensible… la computadora, o más bien el monitor, se había desquiciado y me retaba a jugar ahorcado, eso era todo… o al menos eso creía.
P A _ _ _ _ _ _ _ _
Pero algo extraño había sucedido ahora, ninguna letra apareció en la pantalla… en vez de eso el tronco del ser que se iba a sacrificar se perfiló en la horca… y, casi inmediatamente, sentí que un extraño ardor se extendía por mi pecho… por mi tronco.
2:21
Bajé la vista, horrorizado por lo que acaba de sentir, me encontraba parcialmente desnudo, solo la toalla me cubría de la cintura para abajo… mi pecho… ¡oh! ¡Mi pecho, mi espalda y mi abdomen se habían vuelto negros!, completamente negros… Solté un gemido de desesperación y mi corazón comenzó a bombear peligrosamente… temí sufrir un infarto.
1:58
-¿I?-ahora sí, mi voz sonó completamente loca y desesperada.
P A _ I _ _ _ _ _ _
-¿O?
P A _ I _ _ _ O _ O
-¿U?
P A _ _ _ _ _ O _ O
1:27
Ahora el calor se extendió por mi pierna derecha, me quité la toalla, horrorizado… la pierna también se me había vuelto completamente negra…
-¿B?
¡No!, la otra pierna tomó el mismo tinte negruzco que tenía mi demás cuerpo, pero ya no tenía tiempo… los minutos se me agotaban.
-¿C?
Ahora el ardor recorrió mi brazo derecho y esté se volvió instantáneamente negro.
-¿D?
P A _ I _ D _ O _ O
0:42
Ahora solo me quedaba un brazo y me faltaba cuatro letras… el tiempo se agotaba.
-¿F?
Mi otro brazo cambió de color… pero ya no importaba… ya estaba todo perdido…
-¿M?
El ardor recorrió también mi cara, y supe, sin lugar a dudas, que ésta también se había vuelto negra... cerré los ojos y gemí de dolor, sentía que los ojos se me salían de las orbitas y las lágrimas empezaron a manchar mis mejillas… una extraña fuerza empezó a apretar mi cuello… no podía respirar…. boquee, intentando alcanzar un poco de aire… pero esa cosa apretaba más y más… y solo una palabra se perfilaba ahora en la pantalla: PALINDROMO
El aire se me iba… ya no podía respirar… ¡oh!, ¡por Dios!, iba a morir… ¡iba a morir! y entonces la palabra fue sustituida por otra, que parpadeaba de forma cruel en la pantalla, sin que yo la pudiera desafiar o cambiar, una palabra que marcaba, irrefutable e imparable, mi destino…
DEAD

¿Pesadilla u.. otra cosa?

Estábamos viendo el televisor.
Me encontraba acostada sobre el sofá, con el pijama ya puesta y lista para irme a dormir, solo deseaba que acabara el programa, el final me mantenía en vilo.
Mi hermana menor estaba sentada sobre el suelo…, la observé por un momento, miraba tan absorta el programa que se olvidaba de parpadear, su cuerpo estaba crispado, tenso, a la expectativa de lo que sucedía en la película.
Un ruido me sobresalto, ¡maldición!, había permanecido unos minutos vagando en mis pensamientos y contemplando de forma inconsciente a mi hermana, me había perdido un trozo de la película…, y tanto que me había empeñado en no acostarme temprano para terminar de verla
Volví a prestar atención a la pantalla, y la serie me subyugo. Tanto que los segundos se fueron transformando paulatinamente en minutos y antes de que me diese cuenta ya era inusualmente tarde… los ojos se me cerraban del sueño y Paula, mi hermana, no se encontraba mejor, daba cabezadas de vez en cuando, y pensé que lo mejor era irnos ya a dormir, ni siquiera le podía prestar atención al televisor…
Me levante del sofá y caminé hacía Paula…
-Paula… hay que ir a dormir, ya es tarde… vamos Paula- mi voz sonaba terriblemente adormilada y gutural, desee estar ya en la cama.
-No… todavía no…, deja que termine, please
-Pero, Paula, ya ni le estas prestando atención, ándale, vamonos ya a dormir…
-Vete tú-dijo, ya completamente despierta, nuestra pequeña plática solo la había sacado de su sopor y ahora sería imposible convencerla para que se fuese a dormir. Así que, casi completamente resignada, volví a recostarme sobre el sofá, además ya no podía faltar tanto para que acabase…
Por fin, después de casi una hora más la mugrosa película acabó, y ella, Paula, casi cayéndose del sueño se fue a la cama, tipo sonámbula, estrellándose con todo y dando traspiés de vez en cuando, y si yo no hubiera estado en el mismo estado me hubiera muerto de risa, lástima que estaba igual o peor que ella
Entramos al cuarto y ella se acostó rápidamente, sin preocuparse por taparse con las cobijas u otras nimiedades, yo me subí a la parte superior de la litera.
Me arrebujé en las cobijas y caí dormida de forma instantánea.


-Talía, Talía, recoge las cobijas…
Abrí los ojos, soñolienta, la voz sonaba tan lejana…. mi vista era confusa, solo veía sombras y contornos, palpé con las manos la superficie de la cama y vi que solo estaba la sábana, había tirado las cobijas… ¡oh maldición!, me desplacé por la cama, todavía adormilada…, todo era tan extraño…, llegué al borde de la cama, el sueño me invadía y me sentía débil, débil…
-Talía… las cobijas
Las jale, estaban al borde del lecho, solo una ínfima parte se encontraba sostenida… intenté abrir más los ojos, aclarar mi visión…, pero no, parecía imposible, seguía sin saber que sucedía… y el sueño, el maldito sueño que no me dejaba en paz…
Tiré de las cobijas, pero eran demasiadas pesadas… y yo no podía…, tiré un poco más fuerte, pero no… y entonces lo vi…. era un vago e indefinido contorno en la cama, parecido a un cuerpo humano, estaba sentado sobre la cama... y me miraba, supe que aquella cosa me miraba… pero yo tenía tanto sueño…


-Talía, vamos ya levántate, ya es tarde…
-Un segundo mamá
Me estiré, tratando de despejar mi mente. La claridad del día se filtraba por mis parpados, así que abrí los ojos y me los froté fuertemente… debía despertar, hoy era un día importante… hoy lo vería a él.
Ya completamente despierta arrojé las cobijas a un lado y me bajé de la litera… y entonces recordé que… anoche? o cuándo había sido?, fue un sueño?, o fue otra cosa?, ya no entendía nada… di un resoplido de frustración... pero... las cobijas, yo no…, yo no había levantado las cobijas!, eso si lo recordaba, como pesaban las cobijas, y hoy, ahora, en la mañana!, había estado sobre mí…¡oh por Dios!, palidecí, intentando controlar el abismo de recuerdos que se abalanzaban contra mí, impidiéndome respirar y pensar lo que hacía…
-¡Mamá!-grité y aunque intente que mi voz no sonora escandaliza y un poco angustiada, fue exactamente como sonó.
-¿Qué pasa Talía?- su voz tenía un tinte poco molesto, irritado, tal vez de que la molestara cuando se encontraba tan apurada…, pero yo necesitaba saber, era necesario que supiera si ella realmente…
-Mamá… -no contesto- mamá, tú… en la noche, me dijiste… ¿qué recogiera mis cobijas?
-¿Yo?, Talía… estás loca, yo nunca te dije nada- Y fue en ese momento, en ese preciso momento que un sudor frío comenzó a salir de todos mis poros, mientras en mi interior una llamarada de fuego me abrasaba las entrañas.
-Mamá… ¿estás segura?, vamos intenta recordar…
-Talía, no estoy jugando, te dije que no, además ya apúrate, hay muchas cosas que hacer hoy- pero eso para mí ya no tenía importancia, solo alcanzaba a recordar esa cosa que había visto, esa vaga sombra de un ser humano que había estado a unos centímetros de mí…
Un temblor incontrolable se apodero de mi cuerpo… pero esa cosa sabía mi nombre, ¡sabía mi nombre y hablaba como mi mamá!, ¡oh por Dios!, ¿qué era?
Salí al pasillo y vi que la puerta que daba al patio estaba abierta…
-Mamá…
-¿Ahora qué Talía?
-La puerta, mamá… ¿porqué esta abierta?
-Ahh eso… tú papá olvido cerrarla cuando llego, en la noche… supongo que ustedes ya estaban dormidas cuando él llego…, pero Talía, por Dios, ¿por qué estas tan pálida?... ¿qué te pasa? ¿Te sientes mal?
-Creo… creo que voy a vomitar…

Y vomité.