Tras los rastros de sangre

Desvié la mirada. El papel seguía sobre la mesa. Inmóvil… obvio, los papeles no se movían, ¡Por Dios!, ¡en qué estaba pensando!
Cerré los ojos, intentando dormir, dejar de pensar en eso… queriendo creer que todo fue una broma de mal gusto, que ella llegaría y me aclararía todo… no sabía que equivocado estaba.

Estaba todo oscuro… no distinguía nada… me froté los ojos. En vano, no era yo el que no veía, sino que no había luz.
Me levanté de un salto y accioné el interruptor.
La luz me deslumbró. Cerré los ojos. Luego los entreabrí.
¿Cuánto había dormido?, y ella… ¡¿dónde estaba ella?!
El grito se abrió paso a través de los tendones de mi garganta, incontenible, resonó en las paredes y se estrelló con la sangre que las cubría hasta perderse en la oscuridad.
El sudor comenzó a resbalar por mi cuello, a empañar mi frente y a descender por mi torso. Esto no podía estar pasando.
La respiración se me aceleró, no encontraba aire. Boquee para recuperar el aliento, sentía una presión insostenible en el pecho.
La imagen del cuarto con las paredes llenas de sangre permaneció en mi cabeza mientras caía, caía…
…

[Continuará....]