Ehh... mi información... según esto

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D.F., Mexico
Intentaré ser lo más exacta posible, pero con tan poco espacio no prometo nada, jaja, vean, sólo puedo poner 1200 carácteres, y, escribo tanto, tengo tantas cosas que decirles que simplemente no me caben, jaja Esta bien, les diré que me gusta leer, algo demasiado obviooo, también escribir, jaja, y... me gusta... el helado, aahhh, sobre esto, tengo que decirles que soy un helado de uva karateca, jaja, y además sepó(no hay otra forma de escribirlo) rico, jaja, y también me gusta reirme de todo, comer chocolate, pastel y cantar, bambambam barararararara, y así mientras bailo, jajaja Por último!!! deseo ser vagabunda o trotamundos, jaja, aunque lo segundo suena más bonito, así que me gustaría que me regalaran un bastón negro para cuando ejerza mi profesión o unos tennis-botas con suelas enormes para poder subir montañas y vadear rios, jaja

6/9/08

Ciudad del Este III

Corría por la calle, intentando despejar mi mente, un poco ofuscada todavía por las imágenes que me invadían. Recordaba absolutamente todo, cada detalle, cada golpe, cada gota de sangre que salía de su cuerpo… y el final, el disparo que le di en la coronilla, y que le destrozó medio cráneo.
Seguí corriendo, el ejercicio siempre había ventilado mi mente y logrado que mantuviera un control absoluto sobre mis pensamientos y emociones. Tal vez por eso era tan bueno en lo que hacía.
Le subí un poco más el volumen al mp3 y seguí corriendo, la música atronaba furiosa en mis oídos, pero me sentía satisfecho.
Flexioné los nudillos. Mi cuerpo, gracias a las duras jornadas de ejercicio, era fuerte y musculoso, ningún imbécil como ese podría meterse conmigo.
Empezó a llover, la lluvia me empapó rápidamente la blusa que llevaba y los shorts.
Pensé en refugiarme en algún lado, pero era inútil, ya estaba totalmente empapado, lo mejor era terminar con el ejercicio.
Continué corriendo bajo la lluvia, saltando los charcos y pisando el pavimento ya húmedo.
Después de algunos kilómetros me detuve. Estaba exhausto, mi sudor se mezclaba con el agua que me corría por las mejillas. Mis piernas enviaban intermitentes punzadas de dolor.
La calle estaba desierta. Ninguna persona se atrevería a salir con semejante diluvio. Ninguna menos yo.
Caminé rumbo a mi casa, ya estaba cerca, pero no aguantaría seguir corriendo, fui caminando a paso ligero.
En menos de una hora llegué.
Atravesé el jardín. La lluvia ya se había convertido en una débil e inconsistente llovizna.
Cogí las llaves que me colgaban del cuello y metí la más grande en el pomo. La puerta se abrió con un ligero chasquido y entré al recibidor. No se escuchaba nada. Todo estaba en un silencio completo.
Empecé a desvestirme. Me quité la camisa y la arrojé al lado de la puerta, hice lo mismo con el short y los boxers.
Caminé desnudo por la estancia. Llegué al baño y tomé una toalla para secarme. Diminutas gotas perlaban todo mi cuerpo. Me froté con fuerza, recordando mis manos manchadas con la sangre del tipo y sus gemidos de dolor.
Despejé mi mente, y pensé en lo que comería al día siguiente. Quizás otra vez hamburguesas, era lo más rápido que podía conseguir.
Me miré en el espejo. Mi cabello era completamente gris. La cara angulosa y fuerte. Me quité los lentes oscuros y observé la hinchazón de mi ojo. El idiota me había golpeado. Además tenía la piel descarnada en la parte superior del labio.
La próxima vez contrataría a alguien más estúpido para matar a los de abajo.
No cometería la estupidez de revelarle mi identidad a un imbécil como aquél para que matara al chico.
Todavía recordaba la llamada. Su tono jactándose de haber matado al chaval en el departamento y haberlo dejado muerto sobre la tina sin que nadie del edificio se hubiese dado cuenta de nada. Y después el chantaje, tenía que darle la mitad de las ganancias y él no diría quién era yo… pero él no sabía quién era realmente yo. Así que fui y acabé con el. Trabajo terminado.
Solté un gruñido de satisfacción y me tiré sobre el colchón. Ya necesitaba un buen descanso.

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