La Luna iluminaba débilmente la pradera en la que me encontraba. Entreabrí los ojos, todavía indecisa de enfrentarme al mundo en el que estaba. Sentía miedo, frío, ahora no sabía quién era, no podía recordar mi nombre. Sólo breves fragmentos coloreaban mi pasado, imágenes difusas y sin orden ni lógica invadían mi mente.
Recordaba una batalla… una batalla importante… el fragor de los escudos y las espadas al chocar, los gritos de las personas y los seres, los gemidos de dolor, los hechizos y las flechas surcando el aire…, y después, nada. Un inevitable y oscuro silencio por mucho tiempo, un lugar sin voces ni aire, un mundo donde no existía nada… sólo mi mente.
Suspiré. Observando el mundo que se extendía frente a mí.
Entonces reparé en mi misma… había cambiado… no recordaba como era antes, pero no era así, ahora era diferente…
Mi cuerpo era elástico y fuerte, pero no irradiaba el mismo poder de antaño, era un ser común, ninguno de mis antiguos poderes corría por mis venas.
Mi incorporé rápidamente, buscando algún lugar donde poder verme.
La luz era casi inexistente, pero aún así podía ver perfectamente, percibía hasta el más mínimo detalle del lugar.
El viento silbó, moviendo las hojas en las copas de los árboles, y yo recordé algo más, un nombre… un nombre que no sabía que significaba ni de donde provenía, sólo que era importante, que era esencial…
La superficie plateada de un lago se perfiló cerca del prado en el que estaba.
Corrí, hacía allí. Mis zancadas eran rápidas y firmes, me asombró la velocidad del pequeño y débil cuerpo que ahora tenía.
Llegué al lago y me arrodillé.
Mi rostro era humano, sólo tenía algunos rasgos elfos, mi cabello era largo y negro, al igual que mis ojos, pero… pero una cicatriz cruzaba mi cara, desde el lado derecho de mi frente, hasta mi barbilla del lado izquierdo…
Reprimí un gemido y me dejé caer en el suelo, sin poder comprender nada, ni que había pasado, ni donde estaba, ni que pasaría después, sólo con un nombre retumbando en mi cabeza… Vorzh
Recordaba una batalla… una batalla importante… el fragor de los escudos y las espadas al chocar, los gritos de las personas y los seres, los gemidos de dolor, los hechizos y las flechas surcando el aire…, y después, nada. Un inevitable y oscuro silencio por mucho tiempo, un lugar sin voces ni aire, un mundo donde no existía nada… sólo mi mente.
Suspiré. Observando el mundo que se extendía frente a mí.
Entonces reparé en mi misma… había cambiado… no recordaba como era antes, pero no era así, ahora era diferente…
Mi cuerpo era elástico y fuerte, pero no irradiaba el mismo poder de antaño, era un ser común, ninguno de mis antiguos poderes corría por mis venas.
Mi incorporé rápidamente, buscando algún lugar donde poder verme.
La luz era casi inexistente, pero aún así podía ver perfectamente, percibía hasta el más mínimo detalle del lugar.
El viento silbó, moviendo las hojas en las copas de los árboles, y yo recordé algo más, un nombre… un nombre que no sabía que significaba ni de donde provenía, sólo que era importante, que era esencial…
La superficie plateada de un lago se perfiló cerca del prado en el que estaba.
Corrí, hacía allí. Mis zancadas eran rápidas y firmes, me asombró la velocidad del pequeño y débil cuerpo que ahora tenía.
Llegué al lago y me arrodillé.
Mi rostro era humano, sólo tenía algunos rasgos elfos, mi cabello era largo y negro, al igual que mis ojos, pero… pero una cicatriz cruzaba mi cara, desde el lado derecho de mi frente, hasta mi barbilla del lado izquierdo…
Reprimí un gemido y me dejé caer en el suelo, sin poder comprender nada, ni que había pasado, ni donde estaba, ni que pasaría después, sólo con un nombre retumbando en mi cabeza… Vorzh
J
Una escalera larga e infinita se extendía ante mis ojos, el corazón me latía aceleradamente y tenía un nudo en el estómago.
Avancé, sosteniendo la daga entre mis manos, ya no podía vacilar, tenía que seguir, no importaba como.
Me limpié el sudor que me resbalaba por la frente y di el primer paso, luego otro, no podía detenerme. Empecé a contar los escalones, pero después de seiscientos perdí la cuenta, no tenía caso. La escalera se curvaba y se retorcía, pero continuaba, imparable, hacía arriba.
El tiempo siguió desfilando, las horas pasaban, pero la escalera no, los escalones no terminaban…
No podía seguir, me dolían los pies, las piernas me lanzaban intermitentes punzadas de dolor. Pero no podía pararme, si lo hacía caería al vacío, la escalera era demasiado estrecha y precaria.
El aliento comenzó a faltarme, la respiración se me hizo resollante y dificultosa. Tenía mucha sed.
Mi cuerpo se movía maquinalmente, repetía la misma secuencia de movimientos un y otra vez
No podía pararme.
Alcé una vez más el pie derecho, pero la rodilla me falló, se dobló ligeramente, el pie resbaló del escalón, todo mi cuerpo perdió el equilibrio, y antes de que pudiera sujetarme de algo mi cuerpo empezó a deslizarse escaleras abajo, los escalones me golpeaban el rostro, la sangre salpicaba mi cara y un dolor lacerante comenzaba a extenderse por mi cuerpo.
Solté un grito lleno de desesperación, cerré los ojos e invoqué la fuente de energía absoluta, con el poco poder que tenía extendí los hilos de mi mente y busqué alguna forma de controlar la caída…
Se detuvo…
A un paso de caer al abismo mi cuerpo levito sobre las escaleras y se quedo suspendido, flotando en el espacio, la sangre se deslizaba por mi cara, tenía la visión borrosa.
Mi ropa estaba rota y algunos trozos de tela se había desgarrado por completo. Un par dedos estaban fracturados y mi tobillo se había roto, pero no sentía dolor…
Una fuerza empezó a moverse por mi cuerpo, a sanar mis heridas, como un líquido que me recorriese cada centímetro y me diera nuevas fuerzas, nuevas ganas de seguir adelante
Empecé a flotar, mi cuerpo se movía sobre la superficie de las escaleras sin tocarlas, sólo subiendo…
La sangre seguía manchando mi cuerpo, pero las heridas habían desaparecido.
Unas gotas de agua cayeron sobre mi cuerpo, miré hacía arriba… por fin había alcanzado la cima, en medio de una tempestuosa lluvia llegué al final de las escaleras y la fuente de energía me dejó sola, tenía que seguir, pero ahora con mis fuerzas renovadas. Tenía que lograrlo. Nada me detendría.
J
Abrí los ojos, sentía el cosquilleo de la energía mientras recorría mi cuerpo…
El sol invadía el lugar, me llevé las manos a la cara y no pude evitar sentir el bulto de la cicatriz en las yemas de mis dedos.
Quizás el sueño fue algo más que eso… quizás fue mí pasado…
Continuará... cuando me expliquen más de la historia, jaja
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