Ehh... mi información... según esto

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D.F., Mexico
Intentaré ser lo más exacta posible, pero con tan poco espacio no prometo nada, jaja, vean, sólo puedo poner 1200 carácteres, y, escribo tanto, tengo tantas cosas que decirles que simplemente no me caben, jaja Esta bien, les diré que me gusta leer, algo demasiado obviooo, también escribir, jaja, y... me gusta... el helado, aahhh, sobre esto, tengo que decirles que soy un helado de uva karateca, jaja, y además sepó(no hay otra forma de escribirlo) rico, jaja, y también me gusta reirme de todo, comer chocolate, pastel y cantar, bambambam barararararara, y así mientras bailo, jajaja Por último!!! deseo ser vagabunda o trotamundos, jaja, aunque lo segundo suena más bonito, así que me gustaría que me regalaran un bastón negro para cuando ejerza mi profesión o unos tennis-botas con suelas enormes para poder subir montañas y vadear rios, jaja

21/9/08

El renacer del plasma

Empecé a girar las páginas de la libreta, sin poder creer en lo que veía. Simplemente no tenía lógica… era imposible… y sin embargo allí estaba, más claro imposible.
Reprimí un gemido de angustia y mi mano se detuvo. No podía seguir viendo eso. No podía hundirme más en el fango que ya amenazaba con ahogarme.
Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas. No hice ningún intento por detenerlas, por ocultarlas con el reverso de mi mano.
Deseaba desaparecer. Dejar de existir, poder dejar de sentir la presión que me impedía respirar, el aire que poco a poco comenzaba a faltarle a mis pulmones…
El ruido de una puerta al abrirse y cerrarse me distrajo. Era él.
El odio me tensó el vientre. Las lágrimas dejaron de fluir y en su lugar mi sangre se calentó. Sus pasos resonaron por el pasillo. Se acercaba.
Una mueca de rabia me deformó el semblante. Podía sentir mis labios curvados en una grotesca y repugnante sonrisa, mis ojos pequeños e iracundos…
Traté de controlarme… Lo intenté… Respiré profundamente una y otra vez… pero sin resultado…
Cerré los puños, pero mis uñas se empezaron a alargar, se clavaban en mi piel, la sangre escurrió por la palma de mi mano. La lamí. El gusto ya gastado y escondido volvió a revivir en mí… Nada me podría detener…
Los colmillos se me afilaron, me mordí el labio y una gota roja manchó mi piel. Los músculos se me habían tensado, todo mi cuerpo estaba listo, todo mi cuerpo clamaba por sangre.
Mientras, él había llegado a la estancia.
-¡Amor!... ¡tú en el estudio!, ¡que sorpresa!, pensé que te molestaba mi desorden, jaja – se río de forma nerviosa, sus ojos escrutaban la libreta abierta frente a mí
-Sí… necesitaba unos papeles – mi voz estaba más ronca de lo habitual, el viejo gorjeo líquido regresó… la misma sed escandalosa se había abierto en mí.
-¡¿Cuáles?! – estaba alarmado… había visto las gotas de sangre sobre los papeles blancos de su escritorio.
No le respondí. Comenzó a retroceder unos pasos.
Una vena le latía en la sien. El sudor le empañaba la frente y sus ojos se movían en sus cuencas, buscando alguna manera de huir.
Los viejos compases retornaron a mi cuerpos, la añeja cadencia… el viejo sabor…
Me acerqué a él, con la misteriosa danza impresa en el movimiento de mi cuerpo… él no pudo hacer nada, yo era demasiado para él… tomé su nuca con fuerza, con suavidad, con deseo… la acerqué a mí, mientras mi corazón bombeaba… mi respiración se hizo jadeante… él se debatía en mis brazos, pero era mío… y gritó, gimió de dolor, me suplicó… pero no importaba… él había vuelto a despertarme… él y sus víctimas… las fotos de sus víctimas en un álbum inmundo y asqueroso, habíamos prometido no hacerlo… pero no cumplió…
Desgarré su piel… siempre había sido más fuerte que él… nunca se comparó conmigo… no tenía mi maestría… la sangre inundó mi paladar… la música sonaba en mi cabeza… la dicha me embargaba… succioné… una y otra vez, cada segundo con más fuerza, con más ansias… con más hambre…
Mis manos desgarraron su piel, dejé su cuello y bajé hasta su corazón, abrí la delgada capa de piel y mastiqué el órgano de vida entre mis afilados dientes... sus víctimas masacradas llenaban mi cabeza…

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