Ehh... mi información... según esto

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D.F., Mexico
Intentaré ser lo más exacta posible, pero con tan poco espacio no prometo nada, jaja, vean, sólo puedo poner 1200 carácteres, y, escribo tanto, tengo tantas cosas que decirles que simplemente no me caben, jaja Esta bien, les diré que me gusta leer, algo demasiado obviooo, también escribir, jaja, y... me gusta... el helado, aahhh, sobre esto, tengo que decirles que soy un helado de uva karateca, jaja, y además sepó(no hay otra forma de escribirlo) rico, jaja, y también me gusta reirme de todo, comer chocolate, pastel y cantar, bambambam barararararara, y así mientras bailo, jajaja Por último!!! deseo ser vagabunda o trotamundos, jaja, aunque lo segundo suena más bonito, así que me gustaría que me regalaran un bastón negro para cuando ejerza mi profesión o unos tennis-botas con suelas enormes para poder subir montañas y vadear rios, jaja

26/10/08

Épica

José Carlos Becerra


Me duele esta ciudad,
me duele esta ciudad cuyo progreso se me viene encima
como un muerto invencible,
como las espaldas de la eternidad dormida sobre cada una de mis preguntas.
Me duelen todos ustedes que tienen por hombro izquierdo una lágrima,
ese llanto es una aventura fatigada,
una mala razón para exhibir las mejillas.

En estas palabras hay un poco de polvo egipcio,
hay unas cuantas vendas, hay un olor de pirámides adormecidas en el algodón del pasado,
y hay también esa nostalgia que nos invade en ciertas tardes,
cuando la lluvia se enreda en nuestro corazón como los cabellos húmedos y largos
de una mujer desconocida.

Estuve atento a la edificación de los templos, al trazo de las grandes avenidas,
a la proclamación de los hospitales, a la frase secreta de los enfermos,
vi morir los antiguos guerreros,
sentí cómo ardían los ángeles por el olor a vuelo quemado.

Me duele, pues, esta convocatoria inofensiva, esta novia de blanco,
esta mirada que cruzo con mi madre muerta,
esta espina que corre por la voz, estas ganas de reír y llorar a mansalva,
y el trabajo de ustedes, los constructores de la nueva ciudad,
los sacerdotes de las nuevas costumbres, los muertos del futuro.

Me duele la pulcritud inútil, la voluntad académica,
la cortesía de los ciegos,
la caricia torva como una virgen insatisfecha.

Mirad las excavaciones de la noche,
escuchen a Lázaro conversando con sus sepultureros,
mostrándoles su anillo de compromiso con la Divinidad.
Vean a Lázaro en el restaurant y en el tranvía,
en el ataúd y en el puente, en el animal y en su plato de carne.

Sí, me duele este atardecer,
esta boca de sol y de verano.

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