Las preguntas se perfilaban caóticamente en mi subconsciente, pero preferí no contestar ninguna, no deseaba saber la respuesta.
-¡Ah!... ¡Joder!
Mi corazón palpitaba con furia y mi respiración se volvió agitada y ruidosa.
La puerta, ¡la maldita puerta de la entrada!, se había cerrado detrás de mí.
Si antes había tenido una forma de volver ahora no. La oscuridad me engullía, todo era una negrura oscura e infinita.
Intenté regular el ritmo de mi respiración, sabía que había más gente en el edificio y no me apetecía que un asesino, o un loco, saliera a ver que sucedía.
¡Mierda!, ¿cuántos pasos llevaba?, sabía que no podían faltarme más de cinco, pero no sabía exactamente cuantos eran.
Debía hacerlo, era la única solución.
Tomé aire y coloqué mi mano en la pared. Era húmeda y viscosa. Una arcada de asco hizo que me doblara en dos.
El sabor a bilis invadió mi boca, deseaba llorar, ¿qué demonios estaba haciendo yo ahí?
Succioné aire, esperando recobrar el control sobre mí mismo
Estúpido error. No podía ser más idiota. Un olor a droga, vomito y desechos me invadió las fosas nasales.
Una segunda arcada me recorrió el cuerpo y esta vez no la pude contener. Vomité.
El asqueroso líquido mezclado con saliva se deslizó por mi boca. Escupí y me limpié los labios de un manotazo.
-¡Ah!... ¡Joder!
Mi corazón palpitaba con furia y mi respiración se volvió agitada y ruidosa.
La puerta, ¡la maldita puerta de la entrada!, se había cerrado detrás de mí.
Si antes había tenido una forma de volver ahora no. La oscuridad me engullía, todo era una negrura oscura e infinita.
Intenté regular el ritmo de mi respiración, sabía que había más gente en el edificio y no me apetecía que un asesino, o un loco, saliera a ver que sucedía.
¡Mierda!, ¿cuántos pasos llevaba?, sabía que no podían faltarme más de cinco, pero no sabía exactamente cuantos eran.
Debía hacerlo, era la única solución.
Tomé aire y coloqué mi mano en la pared. Era húmeda y viscosa. Una arcada de asco hizo que me doblara en dos.
El sabor a bilis invadió mi boca, deseaba llorar, ¿qué demonios estaba haciendo yo ahí?
Succioné aire, esperando recobrar el control sobre mí mismo
Estúpido error. No podía ser más idiota. Un olor a droga, vomito y desechos me invadió las fosas nasales.
Una segunda arcada me recorrió el cuerpo y esta vez no la pude contener. Vomité.
El asqueroso líquido mezclado con saliva se deslizó por mi boca. Escupí y me limpié los labios de un manotazo.
Capítulo I (Perversión subterránea)
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