Ehh... mi información... según esto

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D.F., Mexico
Intentaré ser lo más exacta posible, pero con tan poco espacio no prometo nada, jaja, vean, sólo puedo poner 1200 carácteres, y, escribo tanto, tengo tantas cosas que decirles que simplemente no me caben, jaja Esta bien, les diré que me gusta leer, algo demasiado obviooo, también escribir, jaja, y... me gusta... el helado, aahhh, sobre esto, tengo que decirles que soy un helado de uva karateca, jaja, y además sepó(no hay otra forma de escribirlo) rico, jaja, y también me gusta reirme de todo, comer chocolate, pastel y cantar, bambambam barararararara, y así mientras bailo, jajaja Por último!!! deseo ser vagabunda o trotamundos, jaja, aunque lo segundo suena más bonito, así que me gustaría que me regalaran un bastón negro para cuando ejerza mi profesión o unos tennis-botas con suelas enormes para poder subir montañas y vadear rios, jaja

6/6/08

Manantial de olores

Un suculento vaho se difundía en el aire. Penetrante mezcla de vómitos y mierda que impregnaba cada partícula de aire que respiraba. Aspiré. Ahora percibí el olor putrefacto y mareante de la comida pasada. Aspiré un poco más. El olor dulzón de la marihuana se coló en mis fosas nasales. Di un resoplido de placer, sentí una incipiente erección.
Me removí un poco, intentando pensar en otra cosa. No me convenía correrme ahí mismo.
Dejé vagar la vista por el lugar. Mostraba un caos que rayaba con el orden. Imposible. Monstruosa vasija de despojos humanos, vertedero de desechos mortuorios, impensables para la sociedad de afuera, un depósito de mierda que tenía que sobrevivir y apañárselas por sí mismo.
Y sin embargo cómo me encantaba, cómo me fascinaba esta vida de privaciones y asquerosidades que llevaba, que me seguía a todas partes, como un pesado fardo amarrado al culo.
Abrí y cerré las palmas de manera involuntaria. Sudaba profusamente.
Decidí darme prisa. Tenía los ojos ya un poco dilatados por la falta de droga y la luz me lastimaba.
Di un paso.
Luego otro.
Rápida sucesión de pasos tímidos y tambaleantes, como los de cualquier drogadicto.
Suspiré.
Me detuve. No sabía como continuar. La cabeza me dolía, sentía un ardor intolerable en las pupilas.
Mascullé un par de improperios y me apoye en un muro

Después… después… eh…
¿Qué demonios me pasa?

¿En qué iba?
Después… yo…

¡La imagen!, la imagen penetrante del sucio polvo a medio diluir en la cuchara, la absorción del líquido por la jeringa…, mi brazo, estirado, impaciente… la ferocidad de mis ojos, de mis movimientos, el deseo que me carcomía por dentro, el fuego que bailaba en mis entrañas.
Y después… el placer, el placer del líquido ambarino adentrándose en mis venas, en el famélico plano de mi cuerpo… en… en…

Abrí los ojos desorientado. No veía nada… quizás no había nada… me llevé los puños a los ojos y me los froté con fuerza… seguía sin ver nada… sólo esa maldita negrura del caño que no me dejaba pensar.

Me pasé una mano por el cabello. Grasiento. La aparté rápidamente, asqueado. Luego avancé a tientas, intentando encontrar algún muro o pared para apoyarme, para no sentirme tan a la deriva.

Rojos y azules se extendían en la negrura. Parecían trazos irregulares de plumón en la negra superficie. Se enroscaban… desaparecían, bailaban una extraña danza frente a mí. Luego apareció el verde. Se entrelazó y saltó entre ambos.
La saliva me escurría por la barbilla.
Estiré la mano, deseando hundirme en el extraño mundo de los colores y las formas… en vano, mis manos sólo se perdieron en la oscuridad innata.
Mis piernas me fallaban, quise tirarme… ¿pero dónde?... es más ¿dónde demonios estaba?...
Suspiré.
Tal vez nunca lo sabría.

Ahora música. Música y colores.
Moví mis caderas, imitando grotescamente algún baile que no recordaba haber visto. Después me paré en seco. La música había dejado de sonar. En su lugar un murmullo continuó e ininterrumpido me perforaba los oídos.
Desee que se callara.
¡Maldito zumbido molesto!...
Mierda…
Me tapé los oídos con desesperación.
Nada. El zumbido seguía allí.

-¡Carajo cállate de una vez!
-¡No me calló!, haber si te apartas de aquí y dejas el paso libre, vete a tirar a otro lado

Di un resoplido, molesto, maldita mierda de gente, no podían dejar dormir a uno en paz.
Traté de incorporarme… en vano. Ni siquiera sabía cómo había llegado allí… todo era tan confuso…


-Haber si te apuras de una vez, maldito vástago.

Sentí una patada en las costillas, que más daba… no era la primera vez que me golpeaban…
Los músculos se me tensaron por el esfuerzo de levantarme.
Mareo.
Después la inevitable negrura. Otra vez colores y formas… mientras una molesta voz repercutía en mi cabeza.

-Levántate maldito drogadicto.

Y el inevitable derroche de patadas en mi cuerpo. Después sólo el asqueroso olor de mi suculento vómito mezclado con mi sangre penetraba en mis pulmones

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